La desaparición del CONEVAL cuestiona cómo México mide y enfrenta la pobreza. ¿Regresamos a narrativas controladas como en el cine de la Época de Oro?
En 1948, Nosotros los Pobres retrató una pobreza idealizada, exaltando valores como la honradez y el sacrificio, mientras dividía el mundo en «nosotros» y «ustedes». En contraste, dos años después, Los Olvidados de Luis Buñuel mostró la crudeza de la pobreza urbana, con una narrativa que incomodó al México posrevolucionario.
Estos dos relatos cinematográficos reflejan dos maneras de abordar la pobreza: idealizarla o visibilizar su crudeza. Hoy, este debate encuentra un eco perturbador en la posible desaparición del CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), el organismo encargado de medir la pobreza en México.
¿Qué es el CONEVAL y por qué es importante?
El CONEVAL fue creado en 2006 como un órgano autónomo para medir los resultados de las políticas públicas orientadas a combatir la pobreza.
Objetivo: Evaluar el impacto de los programas sociales y garantizar su transparencia.
Aportaciones: Identificar carencias específicas como acceso a salud, educación y vivienda.
Reconocimiento: Sus informes han sido fundamentales para diseñar estrategias basadas en datos reales.
Sin embargo, la propuesta de eliminar este organismo ha generado una fuerte polémica, comparada con barrer los problemas bajo la alfombra.
La narrativa oficial: entre Nosotros los Pobres y Los Olvidados
Nosotros los Pobres: la narrativa controlada
Como en el clásico de Ismael Rodríguez, los informes oficiales suelen exaltar logros y minimizar carencias. La pobreza se presenta como un obstáculo superado gracias a políticas públicas, mientras se ignoran problemas estructurales.
Los Olvidados: la pobreza incómoda
El enfoque del CONEVAL ha sido más cercano al de Buñuel: visibilizar las carencias que persisten. Sus informes han puesto en evidencia la desigualdad y la ineficacia de ciertos programas sociales, incomodando a los gobiernos en turno.
¿Por qué eliminar al CONEVAL?
La desaparición del CONEVAL parece responder más a una necesidad política que a una justificación técnica. Entre los argumentos destacan:
«Simplificación administrativa»: La concentración de funciones en otras dependencias.
«Austeridad republicana»: Reducción de costos en el aparato gubernamental.
«Desconfianza política»: Críticas al enfoque “cuantitativo” del organismo.
Consecuencias de eliminar el CONEVAL:
Falta de transparencia: Sin una evaluación independiente, se dificulta medir el impacto real de los programas sociales.
Pérdida de datos clave: El diagnóstico de carencias podría depender de narrativas controladas, como en los informes gubernamentales.
Desconexión con la realidad: Los programas podrían diseñarse sin atender las necesidades reales de la población.
¿Esconder la pobreza soluciona el problema?
La eliminación del CONEVAL no elimina la pobreza, solo la invisibiliza. México necesita organismos que aporten datos confiables y objetivos para enfrentar las desigualdades.
Lecciones del cine:
Nosotros los Pobres idealizó la pobreza, haciendo más difícil abordar sus raíces.
Los Olvidados mostró que reconocer el problema es el primer paso para enfrentarlo.
Alternativas para fortalecer la lucha contra la pobreza
Si la propuesta de eliminar al CONEVAL prospera, será fundamental adoptar otras estrategias para no perder de vista los indicadores sociales:
Fortalecer la medición local: Los estados y municipios deben asumir un papel activo en la recopilación de datos.
Fomentar la participación ciudadana: Involucrar a las comunidades en la evaluación de los programas sociales.
Apostar por la tecnología: Usar herramientas digitales para monitorear y transparentar las políticas públicas.
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